Monición.
Queridos hermanos y hermanas:
En una solemne celebración presidida por el Papa San Juan
Pablo II, el 11 de marzo de 2001, declaró la autenticidad de los martirios de
varios grupos de bienaventurados sacerdotes, religiosos, religiosas y seglares,
ocurridos durante la persecución religiosa en Valencia en 1936, al tiempo que
los reconocía entre el número de los intercesores ante el Padre Celestial.
Ahora, en esta comunidad, vamos a celebrar la Eucaristía
haciendo memoria de estos Mártires, uniendo el agradecimiento y la alegría a la
gran acción de gracias que toda la Iglesia eleva al Padre por Jesucristo,
nuestro Salvador.
Antífona de entrada. Sal
36,39
El Señor es quien salva a los justos, él es su alcázar en el
peligro.
Oración colecta.
Oh, Dios, salvación de cuantos te aman, que con bondad haces
resplandecer en la Iglesia el testimonio de los beatos mártires, José y
compañeros; guía nuestros pasos en el camino de la caridad, para que alcancemos
la vida eterna que tus gloriosos siervos han recibido como corona. Por nuestro
Señor Jesucristo.
Primera lectura.
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan. 1 Jn 5,1-5
Queridos hermanos: Todo el que
cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a aquél que da
el ser ama también al que ha nacido de él. En esto conocemos que amamos a los
hijos de Dios. Si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Y sus
mandamientos no son pesados, pues todo el que ha nacido de Dios vence al mundo.
Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el
que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Palabra de Dios.
Salmo.
Sal 30,4.6.16b-17
A tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu.
Se la roca de mi
refugio,
un baluarte donde
me salve,
Tú que eres mi roca
y mi baluarte;
por tu nombre
dirígeme y guíame.
A tus manos
encomiendo mi espíritu;
Tú, el Dios leal,
me librarás.
Tú misericordia sea
mi gozo y mi alegría,
te has fijado en mi
aflicción.
Líbrame de los
enemigos que me persiguen;
haz brillar tu
rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu
misericordia.
Evangelio.
Lectura del santo evangelio según san Juan 7,11b-19
En aquel tiempo Jesús,
levantando los ojos al cielo, oró diciendo:
Padre Santo. Guárdalos en tu
nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. Cuando estaba
con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y
ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera
la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos
tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado
porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en la verdad:
tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al
mundo. Y por ellos me consagro yo para que también se consagren ellos en la
verdad.
Palabra del Señor.
Oración de los
fieles.
El Señor Jesús, maestro y modelo de toda perfección, nos
llama a la santidad al proponernos el ejemplo de estos hermanos y hermanas
nuestros. Por su intercesión elevemos nuestras súplicas a Dios, fuente de todo
bien.
-Por el Santo Padre el Papa, para que su ministerio
apostólico esté lleno de sabiduría, consuelo y fortaleza del Espíritu Santo.
Roguemos al Señor.
-Por los obispos y presbíteros y por todo el pueblo
cristiano que peregrina en tierras valencianas; para que sean testigos
auténticos de la Palabra de verdad y de vida, y cooperen con la oración y la
acción a la difusión del reino de Dios. Roguemos al Señor.
-Por la paz en el mundo y el cese de toda forma de violencia
y terrorismo; para que los cristianos, solidarios con los pobres y los que
sufren, colaboren con todos los hombres de buena voluntad en la construcción de
la sociedad del amor. Roguemos al Señor.
-Para que la veneración de los sacerdotes, religiosos y
religiosas mártires nos mueva a imitar los ideales que llenaron sus vidas y
despierte vocaciones a la vida sacerdotal y consagrada a favor de toda la
Iglesia y de la sociedad en la que peregrina. Roguemos al Señor.
-Para que la intercesión y el ejemplo de los Beatos y Beatas
seglares suscite en los cristianos el deseo de santificarse en el trabajo
profesional ordinario y transformar todos los momentos y circunstancias de la
vida como medio para amar al Señor y servir a la Iglesia con sencillez y
alegría. Roguemos al Señor.
-Por todos los que participamos en esta celebración, para
que la escucha de la palabra de Dios y el ejemplo de María y de todos los
santos, nuestros hermanos, nos conforten en las pruebas y nos llenen de alegría
en el camino hacia la gloria eterna. Roguemos al Señor.
Oración sobre las
ofrendas.
Recibe, Señor, este sacrificio, para que cuanto celebramos
en el memorial de la pasión de tu Hijo, por intercesión y a ejemplo de los
bienaventurados José Aparicio Sanz y compañeros mártires se haga vida en
nosotros. Por Jesucristo nuestro Señor.
Prefacio de los
mártires.
Antífona de la
comunión. Mc 8,35
El que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará,
dice el Señor.
Oración después de la
comunión.
Alimentados con el pan del cielo, viviendo la unidad como
miembros del Cuerpo de Cristo, te rogamos, Señor, que no nos separemos del amor
de tu Hijo, y a ejemplo de los mártires José Aparicio Sanz y sus compañeros,
logremos superar con valentia cualquier dificultad por aquel que nos amó sobre
toda medida. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Bendición y despedida
de la Asamblea.
El Señor esté con vosotros.
El Dios, gloria y felicidad de los santos, que os ha
concedido celebrar hoy esta acción de gracias en la fiesta de los mártires
valencianos, os otorgue sus bendiciones.
Que por intercesión de los sacerdotes, religiosos,
religiosas y seglares, que ofrecieron su vida por Cristo os veáis libres de
todo mal, y alentados por el ejemplo de su vida, perseveréis constantes en el
servicio de dios y de los hermanos.
Y que Dios os conceda reuniros con los santos en la
felicidad de su reino, donde la Iglesia contempla con gozo a sus hijos entre
los moradores de la Jerusalén celeste.
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu
Santo.
Podéis ir en paz.