“Cuando arrestaron a Juan,
Jesús se dirigió a Galilea a proclamar la buena noticia de Dios. Decía: Se ha
cumplido el plazo y está cerca el reinado de Dios; arrepentios y creed la buena
noticia”.
Mc 1, 14-15
Meditación.
En 1921 D. Pascual
fue ordenado sacerdote, sirviendo en la Pobla del Duc durante tres meses.
Seguidamente emprendió el camino hacia las tierras del norte, a un pequeño
pueblo situado junto al río Mijares, rodeado de pinares, huertas y fuentes,
actualmente cubierto por las aguas del embalse de Arenós. Y allí en la iglesia
de San Pedro ejerció como párroco hasta ser destinado a Sempere como cura
regente. Encontrándose allí bautizará el 15 de Mayo de 1923 en la Iglesia de S.
José de Benissuera a la niña Eugenia Sanz Ortolà.
Sus últimos
nombramientos fueron Salem como párroco, Adsubia y Bèlgida. En su ministerio
sacerdotal destacaba por la atención a los pobres y enfermos, a los que
visitaba y asistía. Cuidaba también el catecismo y la predicación, ésta
sencilla y fecunda. Sus mismos feligreses descubrían en él un sacerdote
coherente y entregado a la Iglesia.
Al contemplar a D. Pascual nuestra oración se dirige a Dios
por los sacerdotes. Ellos han entregado su vida por los demás y necesitan de
nuestra oración para poder vivir lo que predican y celebran. Como D. Pascual el
sacerdote mira cada día la cruz y trata de reflejarla en su actuar, como
entrega gratuita a los demás, por eso le pedimos interceda por ellos, para que
sean sacerdotes santos que huyan de la mundanidad, el carrerismo y la doble vida.
Salmo 109
Oráculo
de Señor a mi Señor:
Siéntate
a mi derecha
hasta
que haga de tus enemigos
escabel
de tus pies.
El
Señor extenderá desde Sión
el
poder de tu cetro.
Somete
en la batalla a tus enemigos.
El
Señor lo ha jurado
y no se
arrepiente:
Tú eres
sacerdote eterno
según
el rito de Melquisedec.
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