domingo, 21 de septiembre de 2014

Novena. 7º. Devoción a la Virgen María.


 

Jesús viendo a su madre y al lado al discípulo predilecto, dice a su madre:

-Mujer, ahí tienes a tu hijo.

Después dice al discípulo:

-Ahí tienes a tu madre.

Desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa.

Jn 19,25-27


Meditación.

 

Don Pascual se crió en un pueblo de gran devoción mariana. Desde pequeño contempló la imagen de la Virgen de Loreto, en sus primeros años en la Iglesia y fácil es imaginar acompañar al párroco y los feligreses en aquel gran día que representó el 8 de Septiembre de 1906, cuando la ermita de Colata fue bendecida y la imagen del s. XVII entronizada en su altar.

¡Cuántas veces se acercaría aquel muchacho a Colata, por el camino a rezar! Al regresar del seminario una visita a la Madre, de rodillas contemplándola. Al emprender de nuevo el viaje al colegio de vocaciones una oración y en los días allí en la ciudad, la estampa le recordaba su tierra amada, su Montaverner. Amor a María en la advocación de la Virgen de Loreto. Amor que transmitió a todos cuantos le conocieron.

Amor filial que configura la espiritualidad del cristiano, cuyo corazón siempre arde de afecto hacia nuestra Madre. Y María respondió a su amor. En aquellas horas de amargura y gloria a ella se unió y fue precisamente el día de la Virgen de los Dolores, la madrugada de aquel 15 de Septiembre cuando se encontró con ella, con la Madre siempre junto a la cruz de quienes con su Hijo entregan su vida por amor.

Al contemplar a D. Pascual ofrecemos este día por todas las personas que sienten un amor filial profundo hacia la Virgen María, especialmente los enfermos y aquellos que visitan la ermita de Colata y los santuarios marianos.

 

                        Salmo 44

 

Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor.

La ciudad de Tiro viene con regalos,
los pueblos más ricos buscan tu favor.

 

Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras:
las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.

 

«A cambio de tus padres tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra».

Quiero hacer memorable tu nombre
por generaciones y generaciones.

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