“Ellos les dijeron: ¿por qué buscáis al vivo entre
los muertos? No está aquí ha resucitado. Recordad lo que os dijo estando
todavía en Galilea, a saber: este Hombre tiene que ser entregado a los
pecadores y será crucificado; y al tercer día resucitará”.
Lc 24, 5-7
Meditación.
Para el cristiano el martirio no es una condena sino un
honor, la culminación de la propia vida que se funde con la de Cristo en la
cruz del cadalso. D. Pascual fue enterrado primero en cementerio de Llosa de
Ranes, concluida la contienda en Montaverner para finalmente descansar en la
capilla de la Virgen de Loreto. El 11 de Marzo de 2001 el Papa Juan Pablo II
elevó a los altares a nuestro beato junto con 232 compañeros mártires. Desde aquel
día recibe en la parroquia de Montaverner culto y veneración pública. Valgan para concluir estas palabras que
dirigió el Papa en la misa de su beatificación:
“Queridos hermanos, en
diversas ocasiones he recordado la necesidad de custodiar la memoria de los
mártires. Su testimonio no debe ser olvidado. Ellos son la prueba más elocuente
de la verdad de la fe, que sabe dar un rostro humano incluso a la muerte más
violenta y manifiesta su belleza aun en medio de atroces padecimientos. Es
preciso que las Iglesias particulares hagan todo lo posible por no perder el
recuerdo de quienes han sufrido el martirio.
Al inicio del tercer
milenio, la Iglesia que camina en España está llamada a vivir una nueva
primavera de cristianismo, pues ha sido bañada y fecundada con la sangre de
tantos mártires. Sanguis martyrum, semen christianorum! ¡La sangre de
los mártires es semilla de nuevos cristianos! (Tertuliano, Apol., 50,13:
CCL 1,171). Esta expresión, acuñada durante las persecuciones de los primeros
siglos, debe hoy llenar de esperanza vuestras iniciativas apostólicas y
esfuerzos pastorales en la tarea, no siempre fácil, de la nueva evangelización.
Contáis para ello con la ayuda inigualable de vuestros mártires. Acordaos de su
valor, "fijaos en el desenlace de su vida e imitad su fe. Jesucristo es
el mismo ayer y hoy y siempre" (Hb 13,7-8)”.
Hoy elevamos nuestra plegaria por cuantos cada día se encomiendan a la
intercesión del beato Pascual Penadés, un hombre de nuestro pueblo, el
cristiano más grande que ha tenido nuestro parroquia, pues ha sido elevado a
los altares.
Salmo 124
Cuando
el Señor cambió la suerte de Sión,
creíamos
soñar;
se nos
llenaba de risas la boca,
la
lengua de júbilo.
Hasta
los paganos comentaban:
El
Señor ha estado grande con ellos.
El
Señor ha estado grande con nosotros,
y
celebramos fiesta.
Cambia
Señor, nuestra suerte,
como
los cauces del Negueb.
Los que
sembraban con lágrimas
cosechan
con júbilo.
Al ir
iba llorando
llevando
la bolsa de semilla;
al
volver vuelve cantando
llevando
sus gavillas.
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