“Bajó con ellos, fue a
Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre lo guardaba todo en su interior.
Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los
hombres”.
Lc 2, 39-40
Meditación.
D. Pascual vino al mundo en nuestro pueblo, el día 3 de
Enero de 1894. Por aquel entonces regentaba la parroquia D. Agustín Camañes.
Fácil es imaginar Montaverner a finales
del s.XIX. Un pueblo agrícola, con una población que rondaba los 1000
habitantes. Atrás quedaban los años en los que los mayores contemplaron con sus
ojos como llegaba el tren, esa máquina de vapor capaz de unir pueblos y llevar
a grandes contingentes de personas de un lugar a otro, años donde los nuevos
avances habían logrado superar los dos ríos con los puentes de hierro, el “curt”
y el “llarg”. Eran tiempos de nuevos ingenios. La antigua vía que unía Valencia
con Alicante se transformó en la Nacional 340, mucho más recta y dotada de
nuevas infraestructuras, donde el metal suplió a la piedra.
Y en este ambiente
nació D. Pascual. Su padre D. José Penadés Fullana, cuyas raíces paternas se
hundían en Montaverner y Muro de Alcoy. Su
madre, Dña. Trinidad Chornet Juliá procedía de Bèlgida, el vecino pueblo unido
por un camino marcado por el Milagro de San Blas, cauce por donde llegó la
salvación al pueblo en aquel lejano 1678. Ambos contrajeron matrimonio en la parroquia
de san Lorenzo Mártir, si bien se establecieron en Montaverner, donde nacieron
y crecieron sus hijos.
Y aquí comenzó a despertar a la vida de quien como tantos de
nuestros antepasados, entre viñares y olivares, en unos tiempos duros para
todos, donde cada día el pan se obtenía con mucho sudor y muchas lágrimas.
Al contemplar a D. Pascual, queremos también recordar a
nuestros antepasados, los que vivieron aquellos años, quienes construyeron piedra
a piedra cada una de las casas y tejieron las calles de nuestros pueblos. Ellos
son nuestras raíces y memoria.
Por eso en este momento de oración elevamos nuestra plegaria
por quienes construyeron nuestros pueblo
y también por quienes cada día vivimos en él, pidiendo al Señor para que por
intercesión de nuestro beato D. Pascual, hijo de Montaverner, cada día se
construya un pueblo donde reine la prosperidad y la fraternidad, y donde nadie
se sienta excluido de él.
Salmo 47
Pueblos
todos, batid palmas,
aclamad
a Dios con gritos de júbilo
porque
el Señor es altísimo y terrible
emperador
de toda la tierra.
El nos
somete pueblos,
nos sojuzga
naciones.
Nos
escoge nuestra heredad,
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