domingo, 21 de septiembre de 2014

Novena. 4º. La vocación.


 

“Al día siguiente estaba Juan con dos de sus discípulos. Viendo pasar a Jesús, dice: Ahí está el cordero de Dios. Se lo oyeron decir los discípulos y siguieron a Jesús” . Jesús se volvió y al ver que lo seguían, les dice: ¿qué buscáis?

Jn 1,35-38

 

Meditación.

 

Don Pascual como todos los niños de aquel comienzo de siglo crecía con sus hermanos y coetáneos. Su persona enraizada en el hogar, la tierra y la parroquia iba descubriendo la realidad que le rodeaba. En la familia encontraba el calor, el aprecio y afecto hacia quien desde siempre había sido una persona buena. En esta tierra, por aquel entonces un fértil valle donde las vides crecían y ofrecían a los labriegos el dulce fruto y exquisita bebida, sintió el amor a su comarca, la que tan sólo abandonó durante los años de seminario y curato en Campos de Arenoso (Castellón).

Y en la parroquia, bajo la mirada del Cristo de la Paciencia, los santos titulares, la Virgen de los Dolores y la milagrosa imagen de San Blas y bajo la guía de su párroco D. José Giner, fue germinando la semilla de la vocación, comenzando a escuchar la llamada de Dios a dar su vida por él en el servicio a los hermanos.  Comprendió que aquello se trataba de darle su tiempo, su corazón, su saber y su bondad. Años mas tarde descubrió el sentido profundo de la llamada, era llamado no solo a ofrecer el cuerpo y la sangre de Cristo, sino a fundir la propia con la del Redentor en el sacrificio del martirio, perdonando a quienes le conducían al Paraíso.

 

 

Al contemplar a D. Pascual queremos ofrecer en este ejercicio a nuestros niños, adolescentes y jóvenes. Como el beato, ellos crecen en hogares donde la familia tiene un valor y se sienten queridos, corretean por los caminos y las calles, bebiendo de las fuentes, jugando en los parques y participando de las actividades de la parroquia.

 Unos se inician en la catequesis y asignatura de religión en el apasionante camino que conduce a la felicidad, otros ayudan como monaguillos en misa o cantan en el coro, los más mayores juegan y se forman en el junior, los adolescentes van descubriendo la vocación a la que Dios les llama en la confirmación y el Centro Junior.

Son años decisivos en los que escogerán un camino, por eso le pedimos al beato Pascual Penadés, por ellos y cuantos en la parroquia son iniciados en la fe cristiana, para que les ayude en su crecimiento cristiano a descubrir el camino que Jesús les marca.

                      Salmo 138

 

Señor, tú me sondeas y me conoces;

me conoces cuando me siento o me levanto,

de lejos penetras mis pensamientos;

distingues mi camino y mi descanso,

todas mis sendas te son familiares.

 

Tú has creado mis entrañas,

me has tejido en el vientre de mi madre.

Te doy gracias,

porque me has escogido portentosamente,

porque son admirables tus obras;

conocías hasta el fondo de mi alma,
nada mío te era desconocido

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