“Al día siguiente estaba
Juan con dos de sus discípulos. Viendo pasar a Jesús, dice: Ahí está el cordero
de Dios. Se lo oyeron decir los discípulos y siguieron a Jesús” . Jesús se
volvió y al ver que lo seguían, les dice: ¿qué buscáis?
Jn 1,35-38
Meditación.
Don Pascual como
todos los niños de aquel comienzo de siglo crecía con sus hermanos y coetáneos.
Su persona enraizada en el hogar, la tierra y la parroquia iba descubriendo la
realidad que le rodeaba. En la familia encontraba el calor, el aprecio y afecto
hacia quien desde siempre había sido una persona buena. En esta tierra, por
aquel entonces un fértil valle donde las vides crecían y ofrecían a los
labriegos el dulce fruto y exquisita bebida, sintió el amor a su comarca, la
que tan sólo abandonó durante los años de seminario y curato en Campos de
Arenoso (Castellón).
Y en la parroquia,
bajo la mirada del Cristo de la Paciencia, los santos titulares, la Virgen de
los Dolores y la milagrosa imagen de San Blas y bajo la guía de su párroco D.
José Giner, fue germinando la semilla de la vocación, comenzando a escuchar la
llamada de Dios a dar su vida por él en el servicio a los hermanos. Comprendió que aquello se trataba de darle su
tiempo, su corazón, su saber y su bondad. Años mas tarde descubrió el sentido
profundo de la llamada, era llamado no solo a ofrecer el cuerpo y la sangre de
Cristo, sino a fundir la propia con la del Redentor en el sacrificio del
martirio, perdonando a quienes le conducían al Paraíso.
Al contemplar a D. Pascual queremos ofrecer en este
ejercicio a nuestros niños, adolescentes y jóvenes. Como el beato, ellos crecen
en hogares donde la familia tiene un valor y se sienten queridos, corretean por
los caminos y las calles, bebiendo de las fuentes, jugando en los parques y participando
de las actividades de la parroquia.
Unos se inician en la
catequesis y asignatura de religión en el apasionante camino que conduce a la
felicidad, otros ayudan como monaguillos en misa o cantan en el coro, los más
mayores juegan y se forman en el junior, los adolescentes van descubriendo la
vocación a la que Dios les llama en la confirmación y el Centro Junior.
Son años decisivos en los que escogerán un camino, por eso
le pedimos al beato Pascual Penadés, por ellos y cuantos en la parroquia son iniciados
en la fe cristiana, para que les ayude en su crecimiento cristiano a descubrir
el camino que Jesús les marca.
Salmo 138
Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el vientre de mi madre.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
nada mío te era desconocido
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