“Al octavo día, al tiempo
de circuncidarlo, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel
antes de que fuera concebido”.
Lc 2, 21
Meditación.
Siguiendo la
costumbre al día siguiente sus padrinos le llevaron a la parroquia levantada
por el Dr. Esplugues. Allí, en la pila bautismal D. Pascual entró a formar
parte de la Iglesia. Fue sepultado con Cristo para renacer con él,
anticipándose el martirio que años después viviría. El cura regente era D.
Agustín Camañes y de esta forma inscribió al niño en el folio 64 libro de
bautismos número 8.
“En la Iglesia parroquial de la Villa de Montaverner,
Provincia y Arzobispado de Valencia, dia cuatro de Enero de mil ochocientos
noventa y cuatro, el infrafirmado Cura Regente de la misma, bautizé
solemnemente a un niño que nació ayer a las nueve de la mañana hijo legítimo de
José Penades Fullana natural de esta y de Trinidad Chornet Juliá natural y casados
en Belgida y ambos vecinos de esta. Abuelos Paternos: José Penadés Vañó natural
y difunto en esta y Salvadora Fullana Ortiz, natural de Muro y vecina de esta.
Maternos: Pascual Chornet Guillem y Antonia Julia Chornet, naturales y difuntos
en Belgida. Se le puso por nombre Pascual. Fueron padrinos: Ricardo Penades
Fullana y Vicenta Maria Penades Fullana naturales y vecinos de esta a quienes
adverti el parentesco espiritual y demas obligaciones contraidas, especialmente
la de enseñar al bautizado la Doctrina Cristiana. De que certifico. Fdo. :
Agustin Camañes, cura regente”.
Y así D. Pascual se
incorporó a la porción del Pueblo de Dios en Montaverner. Años después, ella
tendría el orgullo de contemplar como un hijo suyo, bautizado en su templo, era
elevado a la gloria de Berninni por el Papa Juan Pablo II, un hijo suyo
ascendía al lugar que ocupan los bienaventurados en la Iglesia, con otros
compañeros mártires. Aquel bautismo fue la puerta de entrada a la santidad mediante
el martirio.
Al recordar a D. Pascual nuestra mirada se dirige a los
padres y madres de familia que como D. José y Dña. Trinidad nos introdujeron en
la vida de la Iglesia por el bautismo, ya en la cuna nos enseñaron las primeras
oraciones y nos hablaron de un Dios papaíto que se preocupa por quienes somos
sus hijitos. También elevamos nuestra plegaria por los matrimonios cristianos
de nuestra parroquia, primeros transmisores de la fe de sus hijos, pidiendo al beato
Pascual interceda por ellos y les
ilumine en la labor más grande que un padre y una madre puede hacer por sus
hijos: enseñarles a sentir y a amar a Jesús en el hogar y en la vida de la
parroquia.
Salmo 48
¡Grande es el Señor! y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios.
Su monte santo, colina hermosa,
gozo de toda la tierra.
El Monte Sión, vértice del cielo,
capital del emperador.
Dios entre sus palacios
descuella como un alcázar.
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